Hoy quiero compartir con vosotr@s algo que escribí el día después de una maravillosa guardia en Paritorio como Residente de matrona. Algun@s ya la habéis podido leer, a l@s demás espero que os guste tantísimo como a mí :) Ánimo, porque algún día seréis vosotr@s quien lo cuente.
* * *
Es curioso cómo viví el primer parto que vi, cómo he vivido los siguientes y cómo he vivido este parto al que me referiré a lo largo de esta entrada.
No lo viví más por ser ahora Residente de Matrona, ni tampoco por estar “en primera línea de fuego”, qué va… Lo viví porque era imposible no vivirlo.
Y por raro que parezca, pensaba que todos los partos vaginales era iguales, ¡cuánto me equivocaba! Además tenía un concepto completamente diferente de lo que sería un parto natural en sí. De hecho cuando me hablaban de partos yo tendía a preguntar: “¿pero fue natural?”, cuando en realidad quería preguntar “¿pero fue vaginal?”. Ahora sé que lo que es un parto natural, y puedo decir convencida al 100% que es algo espectacular, uno de los momentos más bonitos por los que he pasado como profesional hasta ahora.
La historia comienza así…
Jueves a las 2:00am aprox. Ingresa una mujer con dolor de parto, contracciones regulares y frecuentes, buena variabilidad fetal, 4cm dilatada, con parto anterior vía vaginal + anestesia epidural.
- Quiero la epidural, ¡la quiero ya! ¡No voy a poder soportar este dolor!
- Tranquila Marisa, ahora mismo cursamos una petición de analítica para que la anestesista pueda valorar.
- ¡Pero que sea ya mismo! ¡¡Aaaaaaaaaaah!!
A todo esto, entre sacar sangre, preparar a la mujer, enviar los botes y esperar resultados… ¡la parturienta había progresado mucho! Estaba ya de 6cm, era increíble lo bien que dilataba esta mujer. Todo estaba yendo muy deprisa.
Quiero destacar la labor del marido: qué bien lo hizo. Aprovecho la ocasión para plantear 2 casos reales que pude ver esa misma noche:
SALA de DILATACIÓN 4: Una mujer con dolor de parto, un marido sentado frente al monitor.
DILATACIÓN 1: Una mujer con dolor de parto, un marido animándole a empujar, ayudándole a cambiar de postura, haciéndole masajes en la zona lumbar, hablándole (...).
No quiero irme por las ramas, pero creo importante recalcar este aspecto. No lo digo como “algo malo”, sino todo lo contrario. Lo digo porque es admirable el papel no sólo de la mujer, que por supuesto que lo es, sino de aquél acompañante (o aquella) que sabe estar ahí en cada momento, que no necesita que le digan qué hacer porque tiene iniciativa por complacer a esa persona con la que está compartiendo un momento mágico. Creo que todas las personas, sin excepción, son capaces de adoptar este papel.
Lo único que hay que hacer es parar el tiempo durante unos segundos, respirar y poner tu mano en su hombro mientras le dices: TÚ PUEDES, ayúdale porque lo harás mejor que nadie.
Estoy convencida de que si éstas personas supiesen lo realmente valiosas que pueden llegar a ser en una circunstancia como un Parto, vivirían la experiencia de otro modo. ¡Animemos a esta gente para que la Protagonista de la escena sea tan feliz como ellos!
Y volviendo a lo que iba:
Recuerdo que cuando vi a Marisa pensé: “qué pena, me encantaría ver su parto esta noche, pero no creo que dé tiempo antes de que venga el relevo por la mañana…”. No estaba acostumbrada a ver un proceso de dilatación tan sumamente rápido, o a mí me lo pareció. ¿Cuánto tiempo pasó? ¿4 horas? No lo sé, la verdad es que perdí la noción del tiempo, no tenía reloj ni necesitaba mirarlo: estaba en medio de algo que nunca antes había vivido.
El bebé venía en cefálica, estaba en un II plano de Hodge la última vez que la matrona y yo le vimos. No tendríamos por qué llevarla ya a paritorio, pero es que esta mujer lo estaba haciendo tan bien…
- ¡Quiero la epidural!.- seguía gritando Marisa.
- Pero Marisa, ¿no ves cómo estás? Estás a punto de dar a luz, ¡ya no da ni tiempo a ponerla, no te haría el efecto que buscamos! Estás haciéndolo taaan bien…
Y hablando de “paritorio”… Me encantó que se le preguntara a la mujer su Plan de Parto: ¿en la habitación o en el paritorio? ¿en qué postura? ¿le daría leche materna? (…). Todo fue decisión de la madre, consciente de lo que estaba pasando en todo momento.
Fuimos a paritorio, luz ténue, sólo la Mamá, el Papá, la Matrona, yo y de vez en cuando la auxiliar. Las puertas de paritorio cerradas (aunque cueste de creer, muchas veces esto no sucede… ¡increíble pero cierto!).
Le pusimos un espejo enorme de pie justo enfrente. Estaba en el potro pero con una barra que pusimos especialmente para que se pudiese coger, con las piernas como ella lo vio conveniente (no en las dichosas perneras), etc. El ambiente en sí era perfecto para parir. Por primera vez pude autorresponderme a la pregunta que siempre me hago: “¿pariría yo así?”, y la respuesta fue “sí”. No porque lo creyese mi parto ideal, que no lo sabré hasta que no llegue el momento, pero sí por lo acogedor y tranquilo que fue.
En un principio era reticente a verse en el espejo, pero en cuanto vio que sus pujos eran eficaces, producían un cambio en la cabecita del bebé, tímidamente quiso seguir mirando porque le servía de motivación. Era absolutamente increíble el dolor por el que estaba pasando, pero sin embargo era capaz de desgarrarse a sí misma con tal de que su bebé naciese. ¿Habéis leído bien? Volvedlo a leer: era capaz de desgarrarse a sí misma con tal de que su bebé naciese. Es algo que puede pasar por alto pero debemos insistir en recordar en todo momento: que esta mujer es consciente de cada movimiento, de cada pequeño desgarro –o no tan pequeño-, de cada pujo, de cada contracción, de cada (…). ES AQUÍ DONDE COBRA IMPORTANCIA EL PARTO NATURAL.
Porque aunque siempre hay que empatizar con la mujer, nunca lo vivirás tanto como cuando no tiene anestesia: esto es así y quien diga lo contrario… ¡se equivoca! J
Conectas con la mujer, la acompañas en el dolor y a veces te limitas a mirar. Me gustaría que supieseis de verdad cuánto cuesta no hacer nada. Sí, no hacer nada. No es fácil explicarlo, pero es que cuando estás allí “lo que más te apetece es hacer algo”, ya sea tocar el periné, meter el dedo, lo que sea. Es como que “si no haces nada” no eres buena profesional o tu trabajo no sirve para tanto; ¿entendéis lo que quiero decir?. Quedarse al lado de una mujer es más difícil que hacerle un tacto: y esto es así.
Como os decía unas líneas más arriba, el bebé sólo estaba en un II plano de Hodge cuando fuimos a paritorio, pero Marisa sabía qué tenía que hacer, cuándo y cómo. No hacía falta que nadie le dijese nada, porque era dueña de su cuerpo.
No sé cómo serán mis partos cuando llegue el día, pero lo que sí sé es que esta mujer me explicó sin palabras por qué somos mujeres y de qué pasta estamos hechas.
- ¿Por qué no sale? ¿Por qué no me lo sacáis?
- Marisa, lo estás haciendo todo tú. ¿No ves lo bien que lo haces? No te creas que esto es lo normal, no todas las mujeres paren tan bien como tú. Fenomenal Marisa, fenomenal.
- ¿Qué quieres, cariño, que te lo saquen tirando de una oreja?.- Dijo el marido sonriendo.
- ¡Sí, que me lo saquen ya!
- Marisa, el bebé tiene que tomarse su tiempo para nacer. Tiene que pasar por un canal estrecho e ir haciendo diferentes movimientos. Todo está yendo como tiene que ir.
- Me juego lo que quieras a que cuando le tengas encima se te olvida todo.- Le dije yo mirándole a los ojos.
Y del II plano pasó muy rápidamente por los otros 2 siguientes.
- Papá ven, mira la cabecita de tu niño.
- ¿De qué color tiene el pelo?
- ¿Cómo crees que lo va a tener, pelirrojo o qué?
Todos sonríen.
La matrona está a mi lado en todo momento. Cuando el periné empieza a abombar, la matrona entra un poco en acción. De lo que se trata es que la cabecita no salga demasiado disparada, para evitar desgarros en el canal del parto. Pero a veces no todo sale como en la teoría, ya lo sabéis, y aunque se intente “frenar” la salida de la cabeza, la mujer se rasga por dentro.
- Ya se ha rasgado, lo estoy viendo.- Me dijo la matrona en voz baja cuando sólo había salido la cabeza. Supongo que vio algún hilillo de sangre que le hizo pensar en el desgarro. Os recuerdo que todavía no había nacido el bebé, por lo que no es tan fácil ver si hay desgarro o no y qué grado hay.
Mientras tanto Marisa sigue empujando como una jabata: qué valiente es esta mujer y qué orgullosa me sentía yo de verla.
Hicimos un parto a 4 manos que pasó a 6 en un momento determinado: ahora os contaré por qué ;)
Protegíamos el periné. Cogíamos la cabeza poniendo las manos en cada parietal a la vez que cogíamos ligeramente el cuello. Primero un hombro, hacia abajo, después el otro hombro, hacia arriba.
Medio cuerpecito fuera.
- ¡Cógele Marisa! ¡Coge a tu hijo!
- No, que se me va a resbalar. ¡No puedo!
- Deja que le saque ella María.- Me decía la matrona.
Y pasamos de estar “en primer plano” a pasar a un plano de acompañamiento, sólo para asegurarnos que realmente el bebé no se le escurría entre las manos. Fue la madre quien terminó de sacarlo y se lo puso enseguida sobre su vientre desnudo.
Estaba calentito y pringoso, resbaladizo. Un color sonrosado precioso. Una madre emocionada abrazando a su hijo, un padre besándole y acariciándole. Unas matronas –perdón, una matrona y un cuarto de otra ;)- satisfechas.
No pude verle la carita en condiciones hasta que pasó un buen rato, aunque lo estaba deseando. La expulsión del bebé es sólo un paso más, pero después queda una cascada de acciones a realizar. La placenta, si se desprende o no. El cordón si deja de latir o no. El desgarro. El cérvix que quiere asomar a vagina. Los cotiledones y membrana, que no sangre la placenta. El Ph. A coser.
Coser lleva su tiempo. Si el desgarro es importante hay que suturar por capas. En este caso creo que no llegó a músculo. Fue un desgarro por varias partes, bordes bastante irregulares –por no decir muy irregulares. Todo un hito a suturar: no era fácil desde luego. Las carúnculas que coincidan. Tacto rectal, que no hayan “cuerdas de guitarra” (que no hayas traspasado intestino accidentalmente mientras coses).
Y aquí vuelve a entrar en acción la importancia del parto natural en sí. Sí, la mujer se había desgarrado considerablemente. Sí, estábamos cosiendo. Y Marisa con Héctor en su vientre, ambos sonriendo. ¿Os dais cuenta de lo que estoy diciendo? Marisa estaba sonriendo mientras cosíamos y emocionada mientras se rompía. Siento recalcarlo tanto, pero es que me parece Admirable.
- Su hermanito de 4 años hace poco se enfadó porque justo cuando fue a tocarme la barriguita Héctor le dio una patada. “Pero castígale, que me ha dado una patada”, me decía mi hijo.
- Pues seguro que cuando le vea le va a caer la baba tanto como a vosotros.
- Por cierto, ¿por qué no llora?
Nosotras seguíamos “a lo nuestro”, cosiendo, pero a la vez manteniendo una conversación con los padres cuando se podía –creedme, coser da para mucho.
- ¿Qué por qué no llora? Espera a que te lo quiten de encima y verás…- Le dije yo a Marisa con media sonrisa. Ella no dijo nada.
Y efectivamente. Después de un buen rato cogimos a Héctor –más bien fue la auxiliar- y empezó a llorar.
- ¿Qué te había dicho?
Los bebés no son tontos –aunque a veces nos empeñemos en creer que sí- y sabe perfectamente por qué no llora. ¿Acaso tú llorarías arropadito entre los brazos de tu madre? ¿Esa madre capaz de hacer cualquier cosa a cambio de tu bienestar? Yo desde luego que NO.
FOTO: Parto domiciliario, presentación de nalgas. La comparto simplemente porque la vi por la web y me encantó la foto en sí, independientemente de lo que crea sobre partos en casa. Disfrutadla ;)
Mañana vuelvo a tener guardia, pero esta vez de día. Estoy deseando que llegue el momento de poder subir a planta de puérperas para asomarme a ver a esta familia.
Porque sólo puedo decir 2 cosas para concluir esta entrada:
1) Cuánto admiro a las mujeres
2) Qué agradecido es este trabajo y qué suerte tengo de haber puesto el primer pie en él.
¡ÁNIMO Y A POR TODAS!
María.
(17 de junio de 2011)
3 comentarios:
Te felicito María, asistir a un parto natural, como tú dices, es uno de los mejores regalos que la vida te pone delante y tener a tu hijo por parto natural es el mejor.
Gracias por vuestro "no hacer" cuando no es necesario.
Un abrazo, Anahi
Maríaaaaaaa!! Ya lo leí en su día, pero no me canso de leerlo una y otra vez! QUE BONITO! Que sensación! Además lo describes todo tan bien, que parece que estés ahi mismo, viéndolo en directo!
Ya te lo he dicho muchas veces, pero te lo repito, SERÁS UNA GRAN MATRONA!!!
Muuuuuuuuak!!!!
como bien dices, no hacer nada es lo más difícil, aunque sea lo mejor en la mayoría de los casos.
Me emociono de leerte, así que ni imagino como ha podido ser vivirlo :)
Publicar un comentario