lunes, 28 de mayo de 2012

22. PARIENDO… EN CUCLILLAS


                          R.E.M.: No me importaría parir con tu música :)

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AVISO IMPORTANTE
TODAS las fotos que cuelgo son cogidas de internet, por lo que considero que al exponerlas libremente son públicas. A veces pongo la referencia si viene escrito en la foto el nombre del artista. Si se trata de fotos mías lo indico explícitamente y nunca colgaría nada sin previa autorización ;)
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   Yo no podía dejar de sonreír por mucho que lo intentase y me sentía tonta. Era como cuando estás tontita por un chico y no se te va la sonrisa de la boca… ¡pues igual! Intentaba disimular, pero la sonrisa estaba ahí. A veces me sentía mal por si alguien podía malinterpretarla y pensar que me estaba mofando de algo, pero para nada.

   Hacía tiempo que no me pasaba… y ayer pasó. Estábamos en la sala de dilatación el padre, la madre, el matrón y yo. Luz ténue, silencio, intimidad y respeto.
- ¡Tengo ganas de empujar! –Decía la madre desde el baño.
- Perfecto –Decía sonriente el matrón.

La cara de Marta (llamaremos así a esta mamá) transmitía muchas cosas, pero sobretodo cansancio, agotamiento, miedo y felicidad al mismo tiempo. Fuese como fuese todo se vivía muy intensamente, las emociones a flor de piel. Era un parto natural pero sobretodo Respetado.
- ¿Te gustaría probar a sentarte en la silla? –Le proponía amablemente el matrón refiriéndose a un taburete en forma de semiluna especial para parir.
- Vale –Respondía Marta.

    Javier (éste será el nombre del padre) se armó de valor una vez más y sacó fuerzas para mantenerse entero.
- Claro que sí cariño, vamos a probar –Decía Javier.
De vez en cuando Javier le hacía bromas a Marta, que conseguía sonreír entre contracción y contracción:
- Menos mal que eres tú quien tiene que parir, porque sino yo ya me habría desmayado –Bromeaba él con su mujer.

   A Marta cada vez le costaba más respirar en cada contracción, el dolor se palpaba en el ambiente y a veces me corroía la impotencia y la incertidumbre por no hacer “nada” o porque a veces no me siento preparada para estar al lado de alguien que está sufriendo tanto. Es difícil y sino ya me daréis la razón si alguna vez os veis en la situación. El papá tampoco sabía muy bien qué hacer, pero independientemente de lo que él piense yo sé que Marta me apoyaría si dijese que lo hizo genial. Las mamás tienen mérito, pero desde luego los padres no se quedan cortos: ¿Quieres agua? ¿Te masajeo aquí? ¿Vamos a la ducha? ¿Quieres pelota? Ven, apóyate en mí…


   Lo que me FASCINA de los partos naturales es que con ellos siento que me están dando una verdadera lección sobre la vida. Y esto queda muy filosófico y raro quizás, pero es la verdad. Cuando vivo un parto natural (tal cual, un parto se VIVE) siento que he crecido un poco más como persona y me aporta infinidad de sentimientos que antes no conocía. Las mujeres me enseñan cómo se pare y yo aprendo con ellas. Sólo ellas saben qué hay que hacer en cada momento y el matrón o la matrona se limita a observar.
   Ayer me sentí tremendamente afortunada una vez más por poder estar viviendo todo eso y de ahí la sonrisa de tonta no sólo después sino durante el parto.
Estas son algunas de las cosas que la mamá decía a medida que iba avanzando la dilatación y el parto:
- Noto mucho peso abajo
- He sangrado un poco
- Tengo ganas de apretar
- Noto como si se me estuvieran rompiendo los huesos
- Me escuece
- Noto mucho calor abajo

Tuve la enorme suerte de estar al lado de una mujer que exteriorizaba lo que iba sintiendo y a mí cada palabra, cada frase me servía para aprender. Yo no he parido y estas cosas no te las enseñan en clase. Gracias a estas pequeñas grandes aportaciones puedo decirles a las mujeres:
- Este “dolor de huesos” es normal, tranquila. La pelvis se está dando de sí para que el bebé pueda bajar por el canal del parto.
- Ahora notarás escozor abajo, es la cabecita que está a punto de salir.
Etc.
¿Entendéis lo que os quiero decir?

Y en el postparto, durante la Lactancia Materna les puedo decir:
- Ahora es probable que notes como un dolor de regla que va y viene. Es la oxitocina que se libera naturalmente con la succión del bebé, es para que se contraiga tu matriz y evitar el sangrado excesivo.
Y después es cuando ellas, con cara de sorprendidas responden:
- Sí, es eso, es justo lo que siento.


En fin, no me desvío más del tema… Creo que ha quedado claro lo que he querido decir ;)

   Mi matrón es un experto en partos naturales y de hecho asiste algunos en casa, cosa que admiro y que yo no podría hacer porque no me vería capacitada para ello, pero eso es un tema a parte.
   He coincidido muy pocas guardias con él, por lo que no sé muy bien cómo trabaja y en esta guardia quise quedarme un poco en 2º plano para observar. Me sentía torpe en muchas cosas e inexperta en otras tantas pero voy creciendo con cada guardia y de esta me llevo infinidad de cosas, no sólo emociones. Aprendí muchísimo a su lado y supo tener paciencia para enseñarme: GRACIAS.

   Tras cada parto suelo preguntarme dos cosas:
1. Si este hubiese sido mi parto, ¿me hubiese gustado?
2. ¿Me gustaría esta matrona para mí?
Si la respuesta es “SÍ” en las dos preguntas entonces considero que el parto ha sido Perfecto.
Este caso, sin lugar a dudas, obtuvo 2 “sí” rotundos.


   Creo que nunca había asistido un parto con tan pocos tactos. Que yo recuerde le hicimos: uno al ingreso (3cm), otro a la hora del ingreso para ver el progreso en ese espacio de tiempo y valorar si se quedaba o no en sala de partos (8cm), otro cuando dijo que le dolía mucho (10cm) y otro mientras apretaba, que lo hizo el matrón y supongo que valoró en qué plano de Hodge estaba pero no quise preguntarlo. Así que si mal no recuerdo hicimos 4 tactos en todo el proceso… ¡increíble!
   Y el monitor se lo pusimos 35min aprox. al ingreso y después ya no se lo volvimos a poner porque estuvimos controlando la FCF con el Sonicaid (este aparatito pequeño que ya os he mencionado alguna vez). Ella adoptaba las posturas que le iba pidiendo el cuerpo y con el marido actuaba exactamente como describía una matrona en las clases de preparación al nacimiento: “Es un no me toques pero quédate”.

   Durante el parto natural las mamás es como que se quedan ensimismadas con su propio cuerpo y atienden a la parte más animal de su instinto. De ahí lo de la intimidad, luz ténue y tranquilidad, porque es una manera de que este instinto alcance su máximo esplendor. Justo todo lo contrario a lo que salía en uno de los capítulos de “Baby Boom”: un parto natural en el potro, luz a tope y una matrona nerviosa que no paraba de preguntar por la analítica, analítica, ¡analítica! A las madres hay que dejarles que vayan haciendo la suya, porque es como mejor paren y sólo ellas saben cómo hacerlo.

   Marta iba empujando y el periné iba abombando. El matrón y yo estábamos en cuclillas –yo me incorporé en algún momento porque no aguantaba la posición- e íbamos observando ese periné, tan elástico y tan estupendo.
- ¿Quieres tocarle la cabecita? –Le propuso el matrón a la madre.
- Uy no sé… no, mejor no.

Pasaron unos minutos más y el matrón volvió a insistir con la pregunta, pero esta vez la respuesta fue diferente. Ya había mucho más trocito de cabeza fuera y la madre por fin se decidió a acercar su mano…
- ¡Pero si ya está aquí! –Exclamó Marta con cara de sorprendida.
No se lo creía, todo el esfuerzo estaba mereciendo la pena y quedaba mucho menos de lo que pensaba. Tocar la cabeza marcó un antes y un después porque desde entonces empujó con muchas más ganas sin nosotros decirle nada.
- No tengas miedo Marta, lo estás haciendo muy bien –Le animaba el matrón.
Y Marta consiguió dejarse llevar.

Cuando salió la cabecita entera el matrón enseguida tocó el cuello del bebé para descartar que llevase una vuelta de cordón e inmediatamente después lo hice yo, me apetecía tocar J
Vi que el matrón no se preocupaba demasiado por frenar la salida del bebé y a mí esto me desconcertó porque he visto bebés que han nacido disparados, literalmente, ¡y no quería que este fuese uno de ellos! No hicimos la maniobra de sacar hombro anterior y posterior, sino que directamente esperamos a que la mujer fuese empujando y sacando el cuerpecito poco a poco. Yo cogí al bebé por debajo de las axilas y el matrón se apresuró a preguntar:
- ¿Quieres acabar de sacarla tú?
- No, no podré –Decía la madre.
- Pues nosotros no sabemos si podremos eh… -Bromeaba el matrón.


Así que la cogí, como he dicho, por las axilas y acompañé su salida. Tuvo el mejor recibimiento que un bebé puede tener: directamente piel con piel con su madre. El matrón enseguida le subió el camisón y ahí estaba la nueva familia de 3: el bebé, la madre que lo sujetaba y el papá que lo observaba todo desde detrás de la mamá, abrazándole.

Fue un momento muy emocionante, tranquilo, de felicidad absoluta. Era como si se hubiese parado el tiempo y nada más importase en el mundo, sólo ellos 3 y nosotros 2 como espectadores, que además intentábamos hacernos más y más pequeños para que en aquella habitación pareciese que sólo estaban ellos.

   Clampé el cordón umbilical cuando dejó de latir y el papá lo cortó.
- Corta sin miedo, es como si cortases calamar. Tranquilo, a ella no le duele.- Le dije yo a Javier.
- A ver… ¿por aquí? Ah, vale.

La placenta no tardó en salir y la metrorragia era normal. La madre iba sin ningún tipo de suero por lo que la oxitocina que iba liberando era de forma natural.
- ¿No pesamos al bebé? –Preguntaba el padre.
- No corre prisa, lo haremos después –Respondía el matrón.

    Tumbamos a Marta en la cama para poder revisar el periné y valorar la necesidad de sutura o no. Se había hecho un desgarro de I grado justo en la horquilla y además se había roto el labio menor derecho. El matrón decidió darle un punto al labio, por estética. El de la horquilla dijo que no era necesario porque no sangraba y la mucosa cicatriza muy rápido. Además tenía alguna laceración en la vagina, que no sangraba, y probablemente le escocería en los días siguientes.

   Mientras nosotros “íbamos a lo nuestro” el bebé iba haciendo la suya y sin a penas darnos cuenta estaba reptando por el vientre desnudo de su madre buscando el pecho. Nos dimos cuenta porque estaba muy tranquila (era niña) y de repente empezó a llorar enérgicamente. Parecía que se le había acabado la paciencia y le daba rabia no encontrarlo, ¡estaba impaciente por comenzar a succionar!
   Sus pataditas servían para masajear la matriz y que ésta se contraiga más fácilmente y al mismo tiempo con la mano iba masajeando el pecho para facilitar la salida del Calostro… ¡Hay que ver qué sabia es la naturaleza! Nunca dejaré de sorprenderme por cosas como estas…
   Por cierto, como curiosidad deciros que hay quien dice que la linea alba aparece durante la gestación porque su finalidad es “guiar el camino” hasta el pezón de la madre. No sé si está basado en evidencia científica o no, pero el dato es cuanto menos curioso J

   Quise esperar para ayudarle a ponerse al pecho para poder hacerlo tranquilamente tras la sutura, y así fue. Primero intenté que se cogiese estando la mamá en DLI (acostada del lado izq., para los no sanitarios ;) y el bebé barriga con barriga, pero aunque se cogía bien se soltaba al cabo de poco tiempo. Después senté a la mujer y puse una almohada sobre su vientre y probé con la postura tradicional: el bebé en un pecho y los pies en dirección al otro pecho… pero tampoco. Y después de probar estas dos posturas sin éxito me decanté por mi querida posición de rugby que tantas veces me ha facilitado las lactancias, y esta no fue una excepción. Tanto a la madre como al bebé les encantó y conseguimos que se cogiera a la primera. Es una posición muy cómoda sobretodo para la madre porque tiene visión directa con la carita del bebé y de este modo puede controlar mejor cómo succiona y si está bien cogido. Si alguien no sabe a qué posición me refiero que lo busque en Google :P
   También quise hacer partícipe al papá de este proceso y le expliqué cómo ayudar a su mujer en caso de que al bebé le cueste engancharse al pecho. Él estaba muy atento a todo y era muy colaborador, da gusto con padres así.


- Coge al bebé y nos vamos a paritorio a pesarle.- Le dijo el matrón al padre.
- Uy no sé si sabré cogerle.- Decía nervioso el papá.
- Pues a mí que no me huela.- Bromeaba el matrón.
Así que el padre cogió al bebé y se fueron a paritorio a pesarle, ponerle la vitamina K intramuscular, el colirio oftálmico, tallarle, mirar el perímetro cefálico, hacer la huella del pie izquierdo, pesar la placenta (…). Yo mientras tanto me quedé con la madre y preparé un suero con oxitocina para las 2h postparto (es un protocolo y se suele hacer siempre). También le miré las constantes vitales y le administré un nolotil intravenoso en un suero de 100ml J

   Entre pitos y flautas ya eran las 09:15h.
- Esto ya son horas extras, ¡eh! –Le dije yo a la madre mientras intercambiábamos sonrisas de complicidad.
- Ay, ¡pues es verdad!
El papá entra a la sala de dilatación con el bebé en brazos.
- Bueno, yo hasta el miércoles no vuelvo así que ya no nos veremos. Disfrutad mucho de vuestra niña, que es guapísima.- Les dije yo mientras le acariciaba la mejilla a esta recién nacida de a penas unos minutos de vida.
- Muchísimas gracias por todo, de verdad.


Y así es como acaba una maravillosa guardia en paritorio como residente de matrona de segundo. Estoy deseando que llegue la próxima ;)


¡Que tengáis una feliz semana!


María.