viernes, 3 de agosto de 2018

67. EL NACIMIENTO DE L: MI EXPERIENCIA

¡Hola de nuevo!

Hoy comparto con vosotr@s la que es para mí la entrada más especial, donde os contaré mi experiencia como mamá matrona. Y especifico lo de “matrona” porque creo que se vive distinto. 
Es una parte muy personal de mi vida y hasta ahora no tenía claro si quería escribiros algo así o no. Pero después de dos meses y viendo lo mucho que os interesáis por estos temas, me he decidido a hacerlo. 

Espero que os guste J

***

Podría haber titulado esta entrada como “Mi Parto”, pero yo entiendo “parto” como el nacimiento de un bebé por vía vaginal y no abdominal. Sí, fue una cesárea. Y para mí la cesárea más bonita del mundo. 

Pero empecemos por el principio. 

Supe de mi embarazo cuando estaba de unas 6 semanas y fue en uno de los altos que hicimos en el Camino de Santiago. En ese momento me invadieron un sinfín de sensaciones: alegría, euforia, miedo, nervios… Un embarazo buscado y muy querido que intenté disfrutar tanto como pude “a pesar de” ser matrona. Y digo “a pesar de” porque como matrona embarazada te pasan mil cosas por la cabeza. En esos momentos simplemente quieres ser una de esas muchas mujeres inocentes que no sabe tanto sobre el tema.

Os cuento todo esto porque por alguna extraña razón y al contrario de lo que yo pensaba, ese miedo se me fue yendo a medida que se acercaba el día del parto. Era algo así como una sensación de “qué sentido tiene preocuparse sobre algo que va a pasar sí o sí: el nacimiento de L”. 
Y madre mía cuánto le costó decidirse… tras 3 maniobras de Hamilton consentidas al final hubo que inducir a las 41 semanas por una preeclampsia que se diagnosticó por casualidad ese mismo día. Cuando estaba embarazada siempre dije que lo que no quería era acabar con una inducción de nosecuantosdías para luego acabar en quirófano. Y cosas del destino: así fue. 
Pero para mi sorpresa no fue ni mucho menos “tan horrible” como imaginé que podría llegar a ser. De hecho, y no lo digo por decir, volvería a tomar las mismas decisiones a pesar de que ello significase pasar por el mismo proceso. 

 FOTO: Monitor en triaje a las tantas de la mañana por reducción de movimientos fetales. Las contracciones las tuve durante más de 24 horas antes de ingresar... 

Como matrona oigo mucho hablar sobre las cesáreas innecesarias y los traumas que eso conlleva, sobre los PVDC (parto vaginal después de cesárea) y un largo etc. Pero pocas veces he leído/oído hablar de lo bonita que puede llegar a ser una cesárea. Y es que en mi caso, en ningún momento he sentido que he fracasado ni cambiaría las cosas para que L hubiese nacido por vía vaginal en vez de abdominal. A día de hoy todavía me emociono cuando recuerdo lo bien acompañada que me sentí en todo momento. Por no decir lo tranquila que estaba de sentirme rodeada de excelentes profesionales. Aunque claro, imagino que conocer a tus compañeros y saber cómo trabajan también ayudó. 
No sé si me hubiese sentido del mismo modo si no hubiese pasado por trabajo de parto, pero por suerte o por desgracia pude vivir las dos caras de la moneda: estar de parto y acabar en quirófano. 

En fin, vamos al grano y a lo que puede que os interese más:
Yo llevaba con contracciones –que no eran de parto pero dolían mucho- más de 24 horas cuando ingresamos. Como ya estaba dilatada a 2cm decidieron saltarse las prostaglandinas y directamente romper la bolsa. Esto se basa en el protocolo de inducción al parto de este hospital en concreto, en el que se decide una cosa u otra según el “Bishop Score”. 

La matrona no estaba segura de si había conseguido romper la bolsa porque sólo salieron unas pocas gotas de líquido amniótico de color rosa, así que decidimos esperar dos horas y ver qué pasaba. En esas dos horas se aconseja que la mujer se movilice para favorecer las contracciones, pero yo estaba tan cansada que no podía hacer otra cosa que intentar dormir entre contracción y contracción.
Pasaron las dos horas y de allí ni salía más líquido ni había más contracciones, de hecho diría que incluso menos. Lo intentó de nuevo mientras yo usaba el óxido nitroso para distraerme y me pareció una experiencia bastante dolorosa y desagradable, pero nada comparado como cuando lo intentó el obstetra después de ella. Puede que de todo lo que recuerdo, sea esto lo peor. Ahora sé perfectamente lo que sienten las mujeres cuando les rompo la bolsa (siempre justificadamente, por supuesto). 

El hecho de que no saliese a penas líquido y que más adelante mi hijo desarrollase una infección de causa desconocida, me hace pensar que quizás tuve una pequeña rotura de bolsa unos días antes y que pasó desapercibida. Es una idea que me ha estado rondando la cabeza durante mucho tiempo y de la que me siento culpable, porque de no haber sido matrona quizás hubiese acudido a triaje para descartarlo. En fin, es algo que ya no puedo cambiar. De lo que sí me quedo con ganas es de haber sentido esa “explosión” o “cascada” de líquido amniótico que muchas mujeres tienen, tipo como en las películas. De momento parece que es algo que nunca sentiré en mis propias carnes.


Romper la bolsa no consiguió iniciar el parto, por lo que el siguiente paso era oxitocina sintética intravenosa. Yo sé lo que es porque lo he visto muchas veces, por lo que dije que si ese era el plan entonces quería la epidural primero. 
Sobre si planeaba epidural sí/epidural no: sinceramente tenía un plan de parto muy flexible, según se diesen las circunstancias. Pero una vez comenzamos a intervenir en el proceso de parto, creo que es casi inevitable seguir interviniendo en algo que dista de ser natural. Si hubiese llegado al hospital de parto y tolerándolo más o menos bien no hubiese tenido inconveniente en intentarlo sin epidural, pero con una fase latente tan larga y con oxitocina a la vista se desvaneció la idea de hacerlo sin ella. 
Y qué decisión tan buena: en cuestión de 10 minutos ya había bajado el dolor de un 10/10 a un 2-3/10. Qué gusto. Me entraron unas ganas de dormir que me moría. En las últimas 24 horas había dormido unas… ¿dos horas? Así que cuando por fin estábamos con epidural + oxitocina me pegué el mejor sueño de mi vida. Mi marido estaba sentado en un sillón y no creo que pudiese dormir mucho, pero descansó un poco y seguro que lo agradeció también. 

 FOTO: Con mi segunda matrona, explicándome lo que estaba pasando con la FCF (frecuencia cardiaca fetal).

FOTO: Una de las pocas veces que miré el monitor ;) 

Os preguntaréis cómo es eso de ser matrona y estar de parto: pues mejor de lo que imaginaba. Pero estoy segura de que otro gallo cantaría si no hubiese sido porque tuve la grandísima suerte de elegir a mis matronas. Algún privilegio tenía que tener por trabajar allí… ¿no? Seguro que en otras profesiones pasa igual y yo que me alegro por ellos ;) 
Confío 100% en estas personas y sabía que tanto yo como mi hijo estábamos en las mejores manos. Esto me permitió desconectar y no estar pendiente del monitor, que es lo que siempre hago cuando estoy trabajando. No me preguntéis cómo, pero lo hice. Sentí por primera vez en 9 meses que por fin podía delegar en alguien y no llevar todo el peso de la responsabilidad en mis hombros. Ahora entiendo también cómo algunas mujeres simplemente se dejan llevar y quieren que les aconsejes y acompañes en todo: es cuestión de establecer esa bonita relación de confianza. 

Así pasó la noche y llegó el turno de día, con el que se decidió una cesárea urgente por sospecha de sufrimiento fetal. Conseguí llegar a los 6cm de dilatación, pero a L parece que no le hacía gracia la idea de seguir mucho más tiempo con aquel plan. 
Recuerdo la cara de alivio de la obstetra cuando le dije: “R, no te preocupes. Si hay que ir a quirófano me parece bien. Lo que haga falta para que este bebé nazca sano y bien”. A lo que ella me contestó: “Pues menos mal que me dices esto, porque justo venía a decirte que creo que hay que acabar en cesárea”. Y digo “alivio” porque parece que nos empeñamos en ver el parto vaginal como algo ideal y la cesárea como un fracaso, cuando sinceramente yo no lo veo así. 
Creo que las cesáreas existen para cuando se necesitan y que gracias a ello se salvan vidas. 

Es este uno de los motivos principales por los que creo que es importante ir a paritorio con un plan de parto abierto y flexible, que se adapte a cada situación. Me da mucha pena ver a esas mujeres que vienen con un plan cuadriculadísimo y se van a casa decepcionadas si por desgracia no ha salido todo como ellas esperaban. Y creo que esto es algo que se puede evitar desde atención primaria con las clases preparto. 

En fin, que me desvío del tema como muchas otras veces que me sale la vena matronil. No puedo evitarlo. Prosigamos. 

L nació a las 15:25h de un 21 de mayo (¡cómo pasa el tiempo!). Mi marido a posteriori no paraba de decir que no podía entender cómo estaba yo tan tranquila. Y es que él no lo dijo, pero le conozco bien y sé que estaba nervioso. Me imagino que estar en un ámbito que no conoce y sin apoyo familiar se le hizo un poco cuesta arriba (nuestra familia estaba en España y nosotros en Inglaterra). Como os comenté, él estuvo a mi lado en todo momento y eso incluye quirófano. Esto se hace así con todos los acompañantes, excepto cuando la mujer está bajo anestesia general o en situaciones de emergencia que puedan ser demasiado estresantes para el acompañante. 

 FOTO: Excelente equipo de profesionales en el nacimiento de L. 


FOTO: Piel con piel en quirófano. 


Allí estaban todos esos profesionales, sonriéndome sin parar y dándome conversación para distraerme y quitarle hierro al asunto. Todos trabajando en equipo por un bien común: mantenernos a salvo. Qué distinto se ve desde el otro lado: ahora comprendo también esa necesidad que tienen las mujeres y sus familias de dar las gracias cada cinco minutos. Y es que el agradecimiento es tanto que no se puede explicar. Qué manera tan bonita de llevar a cabo una cirugía mayor, qué delicadeza y con qué cariño lo hicieron todo. Yo les estaré eternamente agradecida y lo recordaré siempre con infinito cariño. 

L por suerte nació con apgars 9-10 y le pusieron enseguida sobre mi pecho, piel con piel. Nació con un caput tremendo (cabeza en forma de cono), hinchado y morado. Recuerdo que me dio mucha impresión ver a mi hijo así y no, no me pareció guapo. Me faltó poco para decirle a la matrona que había cambiado de opinión y que prefería no tenerlo piel con piel. Me llamaréis loca: pues adelante. Pero digo las cosas tal y como las sentí y sé que no soy la única. Además como matrona agradezco conocer estas cosas de primera mano tal cual se sienten. 
Ahora bromeo con mi marido y él me confesó que pensó lo mismo: qué feo es el pobre. 
Por suerte “se arregló” a las pocas horas y ahora es el bebé más bonito del Mundo Mundial :D 
¿Creéis que lo de “vamos a ponerle el gorrito” es sólo para que no pierdan calor? Jajaja. Y mira que he visto muchiiiísimas veces a bebés así, pero cuando es el tuyo la cosa cambia.

En quirófano un compañero hizo muchas fotos (¡gracias!) y tenemos un recuerdo super bonito de todo: de cuando la matrona le hizo la primera revisión a L, de nuestra placenta, de cuando Papá le sostuvo por primera vez, etc. Esto lo hacemos con cualquier persona que nos lo pida, así que no tengáis miedo de pedirlo y no os arrepentiréis. 
Mi placenta tenía forma de hoja de trébol, lo cual me parece muy chulo JAdemás tenía algo así como un “depósito de grasa” de color amarillo en la cara materna que no había visto en mi vida y sigo sin saber qué es. Mi placenta, por supuesto, tenía que ser especial teniendo en cuenta que ya se me ha bautizado de “la friki de las placentas” xD


 FOTO: Mi placenta

FOTO: Mi placenta otra vez :D 


De quirófano nos pasaron a una habitación privada (suele ser compartida) para la recuperación tras la operación. No bajamos a planta hasta bastante tarde ya por la noche por cuestiones varias que prefiero no contar. En planta también pudimos disfrutar de una habitación privada y la primera noche fue bien dentro de lo que cabe. 
Con el pecho no tuvimos mucho problema hasta el día siguiente, que fue cuando empezó a dolerme bastante. Si todo iba bien nos iríamos a casa al día siguiente… pero qué equivocada estaba. 
Tuvimos una estancia hospitalaria de nada más y nada menos que… ¡9 intensos y largos días! Resulta que durante ese primer día posparto notamos que L tenía una frecuencia respiratoria más elevada de lo normal, por lo que tras avisar a la matrona L acabó admitido en la UCI neonatal para tratamiento antibiótico. No sin antes haber perdido un 13% de peso a las 48 horas de vida, de haber pasado por una frenulotomía, por nosecuantas cuantas analíticas, rayos X y varias vías intravenosas. Menos mal que el pobre no se acuerda de nada… Pero quien sí se acuerda de todo es su padre, que fue quien se lo comió todo con patatas mientras yo seguía en la habitación de planta. 
A L sólo se lo llevaban para el tratamiento antibiótico y poco más, el resto del tiempo estaba siempre con mamá y papá que le daban todo el amor del mundo. 

FOTO: las manitas de L. La del calcetín es donde llevaba la vía. En la otra manita se ven los tres intentos de vía con su respectivo hematoma. 

Esos días en la planta de maternidad, al contrario que mi estancia en paritorio, fueron duros y lloré bastante –algunos días más que otros-. El trato que recibí por el personal en la planta fue, una vez más, buenísimo. Pero entraban a la habitación cada dos por tres y no nos dejaban a penas descansar… eso es algo que sin duda creo que debería mejorar. Y que intentaran reducir al mínimo las interrupciones, como por ejemplo haciendo coincidir la revisión de la madre con la del hijo o algo así. Pero entre la mujer de la limpieza, la de la comida, la matrona, la fisioterapeuta, la obstetra, la pediatra, la auxiliar, etc. allí casi nos volvemos locos. ¡Y eso que no tuvimos visita familiar hasta el último día! Sino ya era para mear y no echar gota. 


La llegada a casa fue agridulce porque esa misma noche mi marido ya tenía que trabajar. Se supone que le tocan dos semanas seguidas de paternidad que comienza el día del nacimiento, pero su jefa la lió gorda y de aquello salió algo raro que dejaba que desear. Así que mi suegra amablemente se quedó a dormir conmigo y me ayudó mucho con el peque. Pero aquello no era ni parecido a lo que yo siempre imaginé que sería el primer día/noche en nuestra casa siendo tres, independientemente de la mucha o poca ayuda que recibiese de terceras personas. 

FOTO: Por fin salimos del hospital. 


De esas primeras dos-tres semanas recuerdo el agobio de encontrarme mal físicamente y muy sensible emocionalmente. No podía salir de casa porque me mareaba enseguida y tampoco podía dar el pecho fuera de casa porque me dolía demasiado (de esto tenéis una entrada entera dedicada a la LM). Cuando miro las fotos pienso: “¿de verdad era tan pequeñín?”. Es casi como si siempre hubiese sido tan grande como es ahora a los dos meses, se me hace todo un poco borroso.

Si pudiese hablarle a mi yo del pasado le diría: respira, todo es pasajero y todo mejorará. Pero al fin y al cabo el posparto es sólo una etapa más de la que se aprende mucho. Es también una etapa en la que la relación con tu pareja se pone una vez más a prueba: el no dormir, el estrés de ser padres primerizos, estar en el extranjero lejos de familiares y amigos, el haber comenzado “con tan mal pie” (inducción, cesárea urgente, hemorragia posparto, infección de L, mil problemas con la LM, etc.)… Fue todo un cúmulo de cosas del que se sale más fortalecido, independientemente de que en algunas cosas pensáramos distinto y a día de hoy aún me duele que no supiera ver mi punto de vista. Pero eso es otro tema. 

 FOTO: Por fin en casa. 


¿Tendré más hijos? En un principio no, pero si se diese el caso puede que directamente optase por una cesárea programada por cesárea anterior. Si me pusiese de parto espontáneamente imagino que intentaría la vía vaginal, pero de lo contrario no lo tengo tan claro. Creo que las matronas “somos un poco brujas” y yo siempre he creído que las cosas pasan por algo. Creo que el hecho de que nunca me pusiese de parto espontáneamente, que la dilatación fuese más o menos lenta y que mi hijo tuviese uno de los caputs más enormes que he visto nunca indicaban que por allí (el canal del parto) no iba a salir. Y no sé por qué tendría que ser distinto con un segundo embarazo, a no ser que se predijese un peso fetal mucho menor. Por cierto, L pesó 3.6kg y yo sólo mido 160cm, por lo que era un bebé grande para mí. ¡Me imagino que con 41+1 tuvo tiempo de sobra de crecer y engordar!
Y sobre la LM más de lo mismo: me ha ido tan mal la primera vez, que puede que directamente ni lo volviese a intentar a pesar de haber oído tantas historias de que “cada bebé es un mundo” (y las creo). Y esto es importante que como matronas sepamos respetarlo y no presionar, porque no sabemos por lo que ha podido pasar esa mujer. 

*** 

En fin, hasta aquí mi historia. Me encantaría que os animáseis a contarme vosotras/os la vuestra. Podéis dejar un comentario aquí en el Blog o en la publicación del grupo en Facebook “Proyecto Matronas” ;) 
Espero que os haya gustado. 

GRACIAS.  

Maria. 

jueves, 26 de julio de 2018

66. MI EXPERIENCIA CON LA LACTANCIA MATERNA


[NOTA: LM = Lactancia Materna. LA = Lactancia Artificial]

Hasta ahora me he pronunciado muy poco sobre este tema o cualquier otro relacionado con mi parto, por lo que hasta que no lo leáis en este post ni siquiera sabréis si he dado el pecho o no. La respuesta es SÍ y en esta ocasión quería dejar plasmada mi experiencia, mis miedos y mis frustraciones como una de tantas madres que han pasado por ahí y no como matrona. Así que si te apetece leerme: bienvenida seas ;)

AVISO: Doy mi más sincera opinión SIN tapujos. En ningún momento pretendo dar a entender que la leche artificial es mejor que la materna. Y por favor, si vais a dar vuestra opinión, que sea desde el respeto. 

***

Siempre he tenido claro desde un principio que quería darle el pecho a mi hijo. Exclusivamente hasta los 6 meses y después continuar la lactancia materna hasta que los dos lo creyésemos conveniente. Era –y soy- consciente de los enormes beneficios y ventajas que tiene y fue quizás ese uno de los motivos por los que luego pasó lo que pasó. 

Os pregunté en el grupo en Facebook qué es lo queríais que incluyese en este post y fueron tantos los mensajes que recibí que he decidido dedicarle un espacio en esta entrada para contestaros a todas. Pero antes de eso, vamos a ponernos en situación: embarazo de 41+1 (sí, muuuy largo) que acabó en inducción por preeclampsia. Tras un trabajo de parto que no fue más allá de los 6cm acompañado por sufrimiento fetal se decidió cesárea urgente. Tras la operación se estimó un volumen de pérdida sanguínea considerable. Con una hemoglobina a los pocos días de 7.8, sintomática. 

Todas estas cosas puedo verlas ahora con perspectiva, pero en ese momento yo sólo pensaba que tenía que ir bien, que todo eso no iba a influir. Pero lo hizo. A pesar de haber estar exprimiendo calostro manualmente desde la semana 38 de embarazo, tanto la cantidad de calostro como de leche madura que tuve no fue suficiente como para evitar una pérdida de peso del 13%. A la pérdida de peso se le sumó una infección y una larga estancia en el hospital de 9 días. Y fue justamente gracias a ese ingreso tan largo que tuve muchísima más ayuda con la lactancia materna de la que nunca pude imaginar. Les estaré eternamente agradecida a todas esas personas que estuvieron al pie del cañón sin pedir nada a cambio. Por la paciencia, por el cariño con el que lo hacían todo… no sólo en el hospital sino también en las visitas a domicilio. 

 FOTO: mi calostro de varias extracciones
FOTO: Mi leche madura


Hay algo que todavía no he comentado: la principal causa por la que dejé la lactancia materna cuando mi hijo tenía tan solo 3 semanas de vida. El dolor. El tremendo dolor que casi no me dejaba respirar. Que no me dejaba moverme. Que consiguió que inconscientemente me cambiase el humor (a peor) cuando se acercaba la hora de dar teta. 
La lactancia materna “consiguió” recluirme en casa durante 3 semanas porque no me veía capaz de salir. ¿Qué pasaba si a mi hijo le entraba hambre estando en la calle? En casa necesitaba uno o dos cojines, un taburete, agua, un marido a quien decirle “que me duele que te cagas” mientras me mordía un labio. Qué tontería, ¿verdad? Pues sí, puede parecerlo pero quería escribirlo tal cual y sin tapujos. Además sé que no soy la única a la que le ha pasado. 


A mi hijo le diagnosticaron frenillo sublingual tipo 1 (el peor) nada más nacer. Esto es algo que no nos sorprendió porque su padre lo tiene igual. Yo como matrona sabía que no en todos los casos es necesario intervenir con una frenectomía (cortar el frenillo), por lo que le pusimos al pecho tras la cesárea cuando ni siquiera tenía una hora de vida. Me imagino que sería por la anestesia o porque era la primera vez que se cogía a la teta: pero no me dolió. Durante ese día y esa noche estuvo mamando sin mucho problema y yo no podía más que pensar que era muy afortunada. Qué poco me duró la alegría
Al día siguiente todo fue distinto y la cosa no hacía más que empeorar: cada vez me dolía más. ¿Sería el frenillo o sería que siempre he tenido los pezones extremadamente sensibles? 

La frenectomía suele hacerse a las 48 horas tras una valoración exhaustiva del agarre, etc. En mi caso, que mi hijo tenía un tipo I y era tanto el dolor, decidieron hacerlo cuando tenía tan solo 24 horas. No sé si fue simplemente mi percepción o que realmente me dolía menos. En ese momento pensé que la cosa mejoraría, pero una vez más: no fue así.

FOTO: Mi hijo a los 2 meses de vida donde se aprecia el tipo de frenillo que tenía. En la foto de abajo se ve un puntito blanco, que es lo que antes era el frenillo.Disculpad la mala resolución de las fotos.


Pasamos a probar alguna postura que no había probado nunca y sí, ayudó un poco. Después empecé a usar pezoneras para ver si conseguía que me doliese un poco menos y así fue. Pero claro, cuando consideras que el dolor ya es intensísimo, “un poco menos” sigue siendo mucho dolor. ¿Puede ser que yo sea una quejica y otra persona lo hubiese aguantado mejor que yo? No lo sé ni nunca lo sabré. Sólo sé que aquello me parecía insoportable. 

Todo el mundo me decía que mejoraría. Que al cabo del tiempo “se hace un callo” y ya no duele. Que tuviese paciencia, que merecería la pena. 

La cantidad de leche seguía siendo más bien poca, por lo que llegamos a estar con teta, con leche materna extraída primero manualmente y más adelante con extractor manual y fórmula recetada por la pediatra mientras estábamos en el hospital (esto fue así durante 3 días). Esto de la lactancia no es 1+1 son 2. Opiniones las habrá tantas como formas de afrontar las dificultades que tanto mi hijo como yo tuvimos durante ese duro primer mes de vida. ¿Cuál es más correcta? No lo sé. Lo que sí sé es que todos actuábamos por un bien común: lograr que la lactancia materna fuese un éxito, que es lo que yo quería. Y lo hicimos lo mejor que supimos. 

A todo esto se le sumó una ingurgitación mamaria como una casa. Un dolor y una molestia que nunca olvidaré. Los pechos triplicaron su tamaño, los tenía super calientes y rojísiimos, llenos de bultos, la piel tirante y brillante. Ningún sujetador me cabía. El dolor podía llegar a ser tan insoportable que si alguna vez tengo un segundo hijo, puede que nunca llegue a probar la teta. 

La ingurgitación, que es una de las cosas que me preguntasteis, la solucioné con hojas de col por raro que parezca. Ya os hablé de esto en el grupo en Facebook y os animo a que busquéis información al respecto, es muy interesante ver toda la evidencia que hay. Ojalá me hubiese hecho una foto de la que pudiese reírme ahora. También ayudaron muchísimo los  masajes manuales en la ducha y el extractor eléctrico: qué alivio. Por no hablar del Señor Paracetamol y el Señor ibuprofeno: qué majos ellos. 
¿Os dije que me salieron grietas? Sí, también. El “purelan”, llevar sujetadores transpirables, camisetas del algodón 100% y dejarlas al aire a ratos no consiguieron gran cosa.





Cambiando un poco de tema: hasta hace poco he sido incapaz de decirle a mi familia que le doy el biberón a mi hijo. De hecho L tiene ahora 2 meses y ha sido hoy (25 de julio) cuando por fin le he dicho a mi madre que L dejó de tomar teta cuando tenía 3 semanas. Me sentía como un fracaso, como una mala madre tomando una mala decisión en su propio beneficio. Ahora que ha pasado un poco de tiempo es más o menos fácil hablar de ello y ver las cosas con perspectiva. Ver que si para mí no era bueno, para él tampoco podía serlo. Porque lo que mi hijo necesitaba era una madre tranquila y relajada capaz de demostrarle todo el cariño que necesitaba. 

Y me pongo en la piel de las madres que optan por la lactancia artificial por el motivo que sea. Puedo hacerme una idea de todo lo que se les pasa por la cabeza. 
Por eso yo como matrona siempre pregunto “¿cómo quieres alimentar a tu hijo?” en vez de “¿vas a darle el pecho?”. Es una decisión muy personal y tan respetable como cualquier otra, siempre y cuando sea informada. Porque si de desinformación se trata, ya me encargo yo como matrona de asegurarme de que tiene todas las cartas en la mano antes de tomar una decisión tan importante. 

En fin, que me entra la vena matronil y me voy por las ramas. Soy Mamá y de eso estoy hablando en este post, así que prosigamos. 

Mi experiencia con la LM fue de todo menos placentera. Tomar la decisión de cambiar a biberón fue de las más importantes y difíciles que he tomado nunca. Pero qué alivio cuando por fin instauramos la LA, y digo alivio no sólo porque por fin dejó de dolerme el pecho sino porque por fin me atreví a salir de casa. Y quienes habéis pasado por un puerperio sabréis lo importante que es esto. 


¿Ha cambiado mi opinión sobre la LM? En absoluto, sigo pensando que es la mejor opción para tu hijo en cuanto a beneficios nutricionales se refiere. No hay nada en este mundo que pueda igualar a la leche de mamá. Pero ahora cuando una madre se queje de dolor sabré a qué dolor se refiere
Sé también que quien no dé el pecho no va a ser peor madre, le pese a quien le pese. Y creo que está en nuestras manos no sólo proporcionales toda la ayuda posible para que la LM sea un éxito, sino también apoyo emocional para cuando no lo sea. 

Repito: ¿se podrían haber hecho otras cosas? ¿Habrían influido en el resultado? Sí, quizás sí, como todo en esta vida.  Pero tomé una decisión informada y hasta ahora es de las mejores que he tomado: soy mucho más feliz desde que no doy el pecho. 

Dicho esto, os contesto a continuación las preguntas que me habéis ido dejando en Facebook. Si falta alguna es porque considero que ya la he contestado en el post. 

Gracias a todas por leer, comentar y estar al otro lado haciendo que todo esto tenga sentido. De verdad: gracias. 

FOTO: ni una teta ni un biberón podrá decidir nunca cuánto se quiere a un hijo. 


*** 

RESPONDO VUESTRAS PREGUNTAS: 

1.     ¿Cuál es contexto sociocultural que se vive en Reino Unido en lo que se refiere a la LM?. ¿Existe cultura del LM? ¿Se ve a las madres dando el pecho en público? ¿Y en niños más mayores? 
Respuesta: en Reino Unido se promociona muchísimo la LM y no, no está mal visto. En los hospitales hay un equipo de expertas en lactancia disponibles para quien lo necesite, a parte de que el ratio matrona/paciente es mucho mejor qu en España tanto en paritorio como en planta de maternidad. 
Sí que se ven mamás dando el pecho en público. Unas se cubren más que otras pero la gente es muy respetuosa con el tema, que es como debería de ser. Y sí, algunas madres dan el pecho más tiempo. 

2.     ¿Qué redes de apoyo pueden encontrar las madres? ¿Qué consejos darías para no abandonar a la primera? 
R: pueden acudir tanto a la matrona como a una experta en lactancia, ya sea en el ámbito hospitalario como fuera de él. A parte de esto hay grupos de apoyo abiertos para todo el mundo y son gratuitos. 
Sobre consejos para no abandonar: precisamente eso, que pidan ayuda. 

3.     Consejos para manejar una dependecia del relactador. 
R: La verdad es que no tengo mucha información al respecto, por lo que prefiero no contestar esta pregunta. Estoy segura de que alguien podrá contestarla por ti ;) 

4.     ¿La primera succión fue espontánea?
R: No sé si te refieres a la técnica de dejar al bebé piel con piel y esperar a que él sólo se agarre al pecho. Si te refieres a eso: no, le ayudamos nosotros con la postura porque tras una cesárea no podía ponerme de cualquier manera. Se cogió al pecho con bastante facilidad y a pesar del frenillo tipo I succionaba bien. 

5.     Me gustaría saber si has hecho algo que nunca pensabas que harías. 
R: Tuve la suerte de enfrentarme a estas situaciones con una mentalidad muy abierta y al ser matrona sabía que podían pasar muchas cosas. Así que no, para todo lo que hice ya había contemplado antes la posibilidad de hacerlo.  

6.    Mejores posturas para amamantar y cómo sabes que estás haciéndolo bien
R: Por suerte hay muchísimas y sólo hay que encontrar la que os vaya mejor a los dos. Las más conocidas son las de “barriga con barriga” y la de rugby (cabeza en el pecho y el cuerpo pegado a tu costado, bajo tu brazo). Pero también hay otras muy interesantes como la de sentado cuando son más mayores. Sea como sea lo mejor siempre es que te lo expliquen en persona. 
Sobre lo de saber si lo haces bien: es fácil. Verás que tu bebé traga, que se queda satisfecho tras las tomas, que hace pipi y caca, que va cogiendo peso, etc. Además, si el bebé está bien cogido en un principio no debería dolerte. 

7.     ¿Qué es lo que más te ha sorprendido sobre la LM? ¿Qué te ha costado más viviéndolo en primera persona?
R: La LM es algo que vivo a diario gracias a mi trabajo, por lo que no me sorprendió nada. Lo que más me ha costado: tomar la decisión de dejar de dar el pecho. 

8.     ¿Cómo te va, qué tal te encuentras anímicamente? ¿Duerme el bebé por las noches?
R: Ahora mismo me encuentro fenomenal anímicamente. Estoy más feliz que nunca y me siento completa. Tener a L es lo mejor que me ha pasado en la vida. Físicamente ya es otra cosa: ¡aún tengo un largo camino para llegar a donde estaba antes! 
Y L sigue pidiendo cada 3 horas durante el día pero por la noche la verdad es que últimamente está aguantando más sin comer y se agradece un poco de descanso. 

9.     ¿Te has sentido insegura con la LM? ¿Has tenido dudas? ¿Cómo lo has solventado?
R: Sí, bastante. Ser matrona es una cosa y ser madre es otra. Cuando te dicen que tu hijo tiene una infección y que además ha perdido mucho peso se te pasan mil cosas por la cabeza. Te sientes culpable y le das muchas vueltas a todo pensando qué puedes haber hecho mal. Mi inseguridad principal supongo que fue la misma que todas las madres: ¿está comiendo suficiente? Dudas también he tenido muchas… 
Y lo he solucionado apoyándome en los profesionales que me rodeaban, que eran todas una maravilla. 

10.  ¿Despiertas al bebé para darle de comer?
R: No, esperamos a que sea él quien pida. La vez que más tiempo ha pasado han sido 6 horas. Nunca se ha dado el caso de que pase mucho más tiempo, por lo que no nos hemos preocupado de ponernos alarmas ni nada. Si en alguna ocasión pasara mucho más tiempo, entonces ya sí que intentaríamos que coma. 

11.  Los problemas inesperados con los que te has encontrado. 
R: En cuanto a la LM se refiere ninguno, porque todo lo que pasó es algo que yo como madre matronil ya había contemplado anteriormente. 

***

Y de momento estas son todas vuestras dudas que he podido ver en Facebook. Siento si se me ha pasado contestar algo. Si es así por favor decídmelo y lo incluyo sin problemas. Si se os ocurre alguna otra la responderé encantada. 

¡Muchas gracias a todas!

Maria.